martes, 20 de diciembre de 2011

Tour de Aeropuertos


La idea era tomar un vuelo el día sábado con el pequeño detalle que habría dos escalas hasta estar cerca de casa. Como la vida es compleja y el destino incierto, resultamos los afortunados pasajeros a los cuales se les ofreció (y aceptaron) quedarse en el pueblo cruceño a cambio de viajar al día siguiente, pagándosenos un hotel por la noche y taxis para llegar al aeropuerto. La oportunidad nos permitía pasar un día más en el suelo natal y meter a la valija mis sandalias olvidadas y algún cepillo de dientes que había decidido aferrarse a la predecible estabilidad que le otorgaba el baño boliviano. 
Hasta ahí todo positivo, y eso que no estoy mencionando el bonus track más importante y el que verdaderamente motivó nuestra decisión: la aerolínea nos dio un pasaje “gratis” por nuestra voluntariosa actitud. Demasiado tentador, ¿qué podía salir mal?

Al día siguiente 4.00 am despertamos, nos alistamos y partimos al aeropuerto. Tormenta eléctrica de por medio, el retraso fue el suficiente para dormir una siestita de unas 3 horas en pre embarque. Una vez llegados al destino intermedio, por efecto  cadena, las conexiones y nuestra ruta se desordenaron lo más que pudieron. Aventura MODE ON.

Lo que comenzó siendo el sueño por llegar a casita tipo 15 pm concluyó por ser un tour de aeropuertos partiendo desde Viru Viru en Santa Cruz de la Sierra, continuando por Lima (donde todo parecía valer la pena después de degustar un pisquito sour), siguiendo el vuelo durante 4 horas hacia El Salvador, lugar en el que nos esperaba un avión a Guatemala aunque en el apuro no fue posible comprar el cafecito tan deseado. Este último fue el más corto de mi historia: 25 minutos. No me dio tiempo ni para terminar de leer el innecesariamente extenso reportaje a Ricardo Arjona en la revista de la aerolínea.
Una vez en Guatemala… ya ni siquiera recuerdo cómo pero embarcamos por 4ta vez en el día y aparecimos en el DF.

Milagro para Lorenzo: Nuestro equipaje llegó a destino intacto y a tiempo.

Todo lindo hasta que nos topamos con el agente de migraciones al cual no le pareció nada apreciable nuestra visita. Nos (En realidad… "Me") llenó de cuestionamientos y trajo a otra agente a que mire y ayude al oficial en su improvisación de preguntas capciosas.

¡Hogar dulce hogar! El depto. nos recibía con un olor a humedad leve, sin Internet, sin agua, con el calefón teñido con peligrosas manchas oscuras y unos fideos con crema olvidados en el microondas. Esta última escena probablemente es la más sugestiva de todas: la superficie de los irreconocibles fideos contenía, entre otros inquilinos a una colonia de pitufos alienígenas, antropomorfos, nazis, con facciones simil Moira Casán y con un sistema de organización gubernamental basado en múltiples elecciones de referéndum vinculantes… más o menos por lo que pude llegar a espiar de lejos mientras Pablo los tiraba a la basura.

Afortunadamente todo pareció resolverse con una buena noche de descanso sin cinturones ni videos de seguridad. Al despertar fue otro día, en el transcurso del cual cada imprevisto fue solucionándose a la perfección, con la cocina sin visitantes indeseables y el router con la hermosa luz “On line” sonriéndonos.

¡Ah! Y con nuestros voucher de TACA tan lindos espiando desde el mueble del living, ansiosos por saber en qué destino serán invertidos.


A la señorita que atendía informaciones de TACA en Perú se le debe haber roto una uña en esos días por tanta mala onda que le enviamos junto con otros 100 enfadados pasajeros dada su pésima actitud. (Nunca subestimes el esotérico poder de un cliente molesto y desvelado)

No nos tocaron los aviones más cómodos que había, eso seguro. 

sábado, 8 de octubre de 2011

Contradicciones, sedentarismo & museo


Aquellos que no comprendan/padezcan de contradicciones, abstenerse de leer, por favor. 

Ahora que comenzamos a tener un ritmo más cotidiano, nos sentimos menos turistas y más locales. Eso es bueno y es malo. Disminuyen los niveles de euforia de cachorrito que quiere que lo saquen a pasear y beneficia el bolsillo considerando ciertos paseos que podrían hacerse y se descartan por mirar pelis y ver pasar la vida por la ventana comiendo lemon pie. La parte negativa está clarísima, el tiempo pasa y la vida y las horas y todo lo que Steve Jobs (1) nos enseñó en su tan persuasivo y estético discurso. 

Dejar de sentir el cosquilleo ese que nos hace despertarnos temprano un finde y mirar todo con ojos de vacaciones no es lo mejor, pero puede ocurrir. De hecho, somos testigos de esa sensación. Llevamos poco más de un mes en México y no fuimos a Las Pirámides ni al Museo Frida Kahlo…un poquitito de culpa nos llega y nos hace pensar que ¡Así no es la cosa!, que casi da vergüenza, que... ¿Qué vamos a poner en el  blog?, que…¡Qué flojera!, ¿Qué habrá en la TV?, ¿Quedó lemon pie? ¿Qué hora es? ¡¿Qué?!...¿Ya mañana es lunes?

Pero el primer paso es aceptarlo J jiji.

Antes de agregar más drama a la situación debo decir que tampoco es para tanto, pero cuando uno reflexiona a viva voz o a vivas teclas, para el caso, tiende a agrandar un poquitito lo que inquieta. (No es que yo sea una exagerada…¡NoOoo!). Tampoco es que no hemos salido. Sólo no hemos salido en dos ocasiones –no consecutivas- de fin de semana. Ese no fue el caso del anterior. He aquí una revisión con deseos de ser compartida:

El Museo Nacional de Antropología. Este lugar resultó ser realmente una maravillosa máquina del tiempo, llena de espacios extraordinarios que inevitablemente (digo inevitablemente porque yo no tenía grandes expectativas (2)), te llevan a la reflexión y te invitan a querer saber más y a contemplar en el recuerdo la sensación plena de estar frente a algo tan exquisito como antiguo y pensar en cuánto que se perdió y cómo esto o aquello se salvó y se rescató, se limpió, se estudió y ahora está aquí… miles de años después tras una vitrina, etiquetado, mirándome mientras lo admiro.

Estoy hablando de unos huesitos decorados, ni hablar de las tumbas exhibidas y las piedras monumentales talladas…y eso que no terminamos de recorrer todo el museo porque llegamos medio tarde y ya cerraba y que queremos concluir en algún momento.
¡Shh! Están tomando una siestita...


 Al final sí salíamos, me parece y quizás no era necesario darle tanta importancia a pasar algún oportuno día sin asomar la nariz por la puerta y disfrutar de estar cómodos.

¿Para qué tanto lio?


Linda catarsis. Gracias por atajarla.

Ahora retomo el control remoto y planeamos ir al Museo de Arte Moderno y pasar por el Blockbuster a la vuelta para pasar un domingo...sin culpas.


(1)  Dicen que los Trending-Topics dan rating, veremos.
(2) Tenía activado el switch mediocre, sorry.



sábado, 1 de octubre de 2011

¡Cumplimos un mes en México!





¡Cumplimos un mes en México! Y poco a poco nos vamos sintiendo como en casa... nuestro "freezer" ya se va llenando de comida congelada, casi siempre hay ropa secando en el "lavadero" y estamos encontrando un rincón para cada cachivache. Y generando cachivaches que rellenen cada rincón... si no es la misma cosa.

¿Ven la mesa sobre la que se apoya la torta? Llegó hoy "por sorpresa" a casa. Como ocurrió con la desaparecida-aparecida valija, este mueble decidió dar un par de vueltas por DF después de ser pagado y antes de llegar a nuestro living. Se hizo desear, pero ya está aquí (para detalles habrá un post más completo y "digerido" sobre Call Centers de atención al Cliente-de-mueblerías mexicanas...con un título más corto esperemos).

Pero eso es sólo un detalle, el calor de hogar se lo estamos aprendiendo a poner nosotros con pequeñeces,  como una fotito por allá, un librito por acá... un poquitito de comida sin tortilla de maíz por un lado, nada de picante en nuestros "abarrotes" por el otro...en fin, poniéndole un poco de nosotros sin dejar de abrirnos a la experiencia en este otro hemisferio. Y es que para los que no estuvieron aún por aquí... la comida mexicana que conocíamos no se parece en nada a lo que se pueda comer en México, pero en nada...

Y mientras más en casa nos sentimos, más deseamos que nuestra gente querida nos visite... así que no duden en darse una vuelta por aquí si de casualidad vienen a México... o mejor... vengan a México que los estamos esperando... y traigan cuñapé y yerba mate.

(PyV)

domingo, 4 de septiembre de 2011

Reencuentros con el pasado en DF, México


No, no se trata de una conexión con mis antepasados pre-colombinos, sino de algo un poquito más mundano: la cultura popular enlatada que llegaba a Sudamérica a través de medios masivos, en especial programas de TV y música mexicana. 

Al subir a un taxi, transportarme en "las peceras" o caminar por la calle me encuentro con lugares, sonidos e imágenes que me llevan a recordar a personajes, series y cantantes como Chespirito, Odisea Burbuja, Yuri, Emmanuel, Timbiriche... y sí, debo confesarlo, también algunas telenovelas como Los Ricos también Lloran, Carrusel, Quinceañera... mmm... OK... y un pequeño etcétera. 


Hay un cierto aire de familiaridad en la cultura popular del DF, que se mezcla con una constante sensación de sorpresa por la muchas veces bizarra síntesis que hay entre lo global y lo local en esta ciudad. Por ejemplo... ¿Qué tal este vestido de quinceañera* decorado con imágenes de Disney? 

 Foto de una vitrina en alguna calle de Condesa
* Esta foto me recordó a una nota en el blog "No Voy a Terapia". ;-)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Juntos pero no revueltos


Hablando de cosas fuera de lo común para algunos como yo, me toca hablar sobre el subte/metro y algo muy curioso que me pasó en él. Para contextualizar un poco debo decir que en Ciudad de México, al menos durante el verano llueve prácticamente todos los días y no poquito. Puede llover más de una vez al día y en cualquier momento, pero por lo general se trata de lluvias  vespertinas. Y así fue el martes pasado: mucha lluvia mientras anochecía. Parecía que el cielo se venía abajo y las calles estaban muy inundadas. Así que decidimos tomar el metro (subte) para llegar a destino en vez de caminar unos 10 minutos bajo la tormenta. Costó meternos a la estación sin mojarnos hasta las canillas, fue necesario hacer un par de malabares, pero lo logramos. Secos y a salvo, ahí estábamos en la estación de Chapultepec. Amplia, limpia y decorada con colores que yo no hubiera elegido como primera opción, pero linda al fin.


Y pensé que traerme un paraguas era ridículo
Leímos los carteles correspondientes para llegar a nuestro destino: Estación Insurgentes. Cabe aclarar lo mucho que puede costar al principio distinguir entre las palabras Cuauhtémoc y Chapultepec, lo cual no conviene confundir porque podes terminar en destinos opuesto. Volviendo al tema, tomamos la escalera que guiaba el cartel, notamos que decía “internet gratis” en una de las salas dentro de la estación (¡Punto para México!) y al llegar al andén vimos una pequeña reja que dividía el andén. No le prestamos tanta atención hasta unos minutos después en que leímos que arriba de dicha reja se encontraba un cartel que decía “Exclusivo mujeres y niños”. 

Raro. Entonces empiezo a mirar a mi alrededor y descubro que prácticamente no habían mujeres en la parte en la que yo me encontraba (sólo logré distinguir una, y no estoy tan segura si lo era efectivamente). En ese momento  dije “ah, no!  Yo tengo que ver esto” y di las vueltas necesarias para comprobar de qué se trataba esta exclusividad etaria y de género en el transporte  público. Pasé la reja custodiada por policías de sexo femenino. Esperé el metro y subí. Viajé cómoda y nada apretada aunque no pude ir sentada (hora pico tipo 19.00) y noté que efectivamente el vagón se encontraba repleto de mujeres y niños. Había sólo dos varones: uno que iba acompañado de niños y otro señor mayor que no paraba de pedir disculpas por tal “aberración”, según sus palabras.

Dado que este relato no estaría completo sin el testimonio de alguien del otro lado fue que decidimos dividirnos, él en el  mixto y yo en el exclusivo y nos encontramos al bajar. Yo sonriente después de la experiencia nueva y de haber viajado cómoda y con, debo decirlo, cierta sensación de “seguridad” y él con una cara de “sé lo que siente una sardina en una lata” y “hubiera preferido mojarme y hasta incluso nadar, si era necesario hasta el hotel”.

Concluyendo, la realidad es que la sección mixta en la que predominaban los pasajeros hombres no era tan amigable como la que me tocó a mí, pero comprobarlo…no tiene precio. J L

miércoles, 31 de agosto de 2011

Sigue picante la cosa...


Toca salir a caminar un poco, a conocer el nuevo barrio (dejamos el hotel extraño y nos vinimos a un lindo apart-hotel en Condesa, cerquita el metro Chapultepec) y es interesante la oferta alimentaria.

Como ya lo mencioné, existe una amplia variedad de frutas frescas y licuados. Lo que me llamó la atención fue un puesto que noté que ofrecía únicamente una fruta cortada en trozos. De lejos se podía distinguir que se trataba de mango, pero sólo al acercarme pude notar que, cuando alguien la compraba, le ponía una especia de ¿kétchup? -- ¡No, no puede ser! - pensé… eso sería horrible. Decidí preguntar y no, no se trataba de ketchup, sino de salsa picante. Sí, exacto: mango trozado con salsa picante. Preferido snack de algunos para matar el hambre de media mañana o tarde. Nada de un alfajor o galletitas. Obvio que también hay snacks “comunes”, pero acá conviene exagerar para dimensionar el asombro causado.

Repito: ¡Mango con picante! ¡Hola! Y no, lo lamento (aún) no lo probé y no pude comprobar lo espantoso que pueda llegar a ser… Buena mi predisposición, ¿no?
Aquí el famoso mango con chile. Esta vez en polvo y no en salsa, pero es mango con picante al fin. Ah! y sal y limón...ÑAM
  

lunes, 29 de agosto de 2011

Missing Equipaje

Te extrañamos, chiquita... ¡VOLVÉ!
“El viaje de la valija” podría ser quizás un mejor título para esta travesía. Aún no llegó a nuestras manos y un aura de misterio envuelve su paradero. La aerolínea se comunicó con nosotros ayer diciendo que habían encontrado una valija en Buenos Aires con las características de la que perdimos sólo que sin identificar (misterio 1) pero que hoy llegaría a nosotros y que probablemente se trate de la nuestra. Jamás llegó, así que decidimos llamar al número que nos dieron para hacer el reclamo. El número jamás estuvo disponible (misterio 2). 



Un poco más nerviosos recurrimos al uso de nuestras habilidades cibernéticas y decidimos continuar con nuestro reclamo online. Efectivamente existe una sección con una interfase amigable en la página web de la aerolínea que nos proveyó de tranquilidad en este asunto dándonos a conocer dónde se encontraba la valija reclamada con tan sólo introducir los dígitos correspondientes al número de reclamo. Los introducimos para luego descubrir que dichos números debían constar de 10 dígitos, no 8 como el amigo Carlos del aeropuerto nos lo anotó (misterio 3).  

Pasa otro día más y continuamos marcando al número (ver misterio 1) que sigue sin ser útil para el reencuentro mexicano con la valija. Esperemos que aparezca antes de que llegue el invierno  o de que  a Pablo se le embarre el único par de zapatillas que nos logró acompañar.




No perdemos la fe, algo nos dice que la valija está feliz, que no se perdió sino que decidió alejarse un rato, quitarse la identificación que la ataba y dejarse llevar y encontrar su rumbo. ¡Quién fuera esa valija por un rato! Por ahora está mejor pensar eso que creer que los de la aerolínea no hacen su trabajo y que pueden perder con tanta facilidad algo tan insignificante e imperceptible como una valija. 


Navegando por la web, encontramos esta pista. ¿Estás en Venezuela, "Vali"?