domingo, 4 de septiembre de 2011

Reencuentros con el pasado en DF, México


No, no se trata de una conexión con mis antepasados pre-colombinos, sino de algo un poquito más mundano: la cultura popular enlatada que llegaba a Sudamérica a través de medios masivos, en especial programas de TV y música mexicana. 

Al subir a un taxi, transportarme en "las peceras" o caminar por la calle me encuentro con lugares, sonidos e imágenes que me llevan a recordar a personajes, series y cantantes como Chespirito, Odisea Burbuja, Yuri, Emmanuel, Timbiriche... y sí, debo confesarlo, también algunas telenovelas como Los Ricos también Lloran, Carrusel, Quinceañera... mmm... OK... y un pequeño etcétera. 


Hay un cierto aire de familiaridad en la cultura popular del DF, que se mezcla con una constante sensación de sorpresa por la muchas veces bizarra síntesis que hay entre lo global y lo local en esta ciudad. Por ejemplo... ¿Qué tal este vestido de quinceañera* decorado con imágenes de Disney? 

 Foto de una vitrina en alguna calle de Condesa
* Esta foto me recordó a una nota en el blog "No Voy a Terapia". ;-)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Juntos pero no revueltos


Hablando de cosas fuera de lo común para algunos como yo, me toca hablar sobre el subte/metro y algo muy curioso que me pasó en él. Para contextualizar un poco debo decir que en Ciudad de México, al menos durante el verano llueve prácticamente todos los días y no poquito. Puede llover más de una vez al día y en cualquier momento, pero por lo general se trata de lluvias  vespertinas. Y así fue el martes pasado: mucha lluvia mientras anochecía. Parecía que el cielo se venía abajo y las calles estaban muy inundadas. Así que decidimos tomar el metro (subte) para llegar a destino en vez de caminar unos 10 minutos bajo la tormenta. Costó meternos a la estación sin mojarnos hasta las canillas, fue necesario hacer un par de malabares, pero lo logramos. Secos y a salvo, ahí estábamos en la estación de Chapultepec. Amplia, limpia y decorada con colores que yo no hubiera elegido como primera opción, pero linda al fin.


Y pensé que traerme un paraguas era ridículo
Leímos los carteles correspondientes para llegar a nuestro destino: Estación Insurgentes. Cabe aclarar lo mucho que puede costar al principio distinguir entre las palabras Cuauhtémoc y Chapultepec, lo cual no conviene confundir porque podes terminar en destinos opuesto. Volviendo al tema, tomamos la escalera que guiaba el cartel, notamos que decía “internet gratis” en una de las salas dentro de la estación (¡Punto para México!) y al llegar al andén vimos una pequeña reja que dividía el andén. No le prestamos tanta atención hasta unos minutos después en que leímos que arriba de dicha reja se encontraba un cartel que decía “Exclusivo mujeres y niños”. 

Raro. Entonces empiezo a mirar a mi alrededor y descubro que prácticamente no habían mujeres en la parte en la que yo me encontraba (sólo logré distinguir una, y no estoy tan segura si lo era efectivamente). En ese momento  dije “ah, no!  Yo tengo que ver esto” y di las vueltas necesarias para comprobar de qué se trataba esta exclusividad etaria y de género en el transporte  público. Pasé la reja custodiada por policías de sexo femenino. Esperé el metro y subí. Viajé cómoda y nada apretada aunque no pude ir sentada (hora pico tipo 19.00) y noté que efectivamente el vagón se encontraba repleto de mujeres y niños. Había sólo dos varones: uno que iba acompañado de niños y otro señor mayor que no paraba de pedir disculpas por tal “aberración”, según sus palabras.

Dado que este relato no estaría completo sin el testimonio de alguien del otro lado fue que decidimos dividirnos, él en el  mixto y yo en el exclusivo y nos encontramos al bajar. Yo sonriente después de la experiencia nueva y de haber viajado cómoda y con, debo decirlo, cierta sensación de “seguridad” y él con una cara de “sé lo que siente una sardina en una lata” y “hubiera preferido mojarme y hasta incluso nadar, si era necesario hasta el hotel”.

Concluyendo, la realidad es que la sección mixta en la que predominaban los pasajeros hombres no era tan amigable como la que me tocó a mí, pero comprobarlo…no tiene precio. J L